Santa Rosa nació en Lima, Perú el 20 de abril de 1586. Sus padres fueron don Gaspar Flores
y doña María de Oliva. Murió allí el 30 de agosto de 1617. Hoy, el 30 de agosto se celebra como
Fiesta de Santa Rosa en Perú. A su muerte se sucedieron numerosos milagros. Fue beatificada por Clemente IX en 1667 y canonizada en 1671 por Clemente X, convirtiéndose en la primera santa americana. Se la representa en numerosas imágenes con una corona de rosas.
En su confirmación en 1597, tomó el nombre de Rosa, porque cuando era niña, su rostro tenía
Se la vio transformada por una rosa mística. De niña se destacó por una gran reverencia y un amor pronunciado por todo lo relacionado con Dios.
Después de leer sobre Santa Catalina, decidió tomar a esta santa como modelo. Comenzó por
Ayunaba tres veces por semana, añadía penitencias secretas y severas, se cortaba el hermoso cabello, vestía ropas bastas y se endurecía las manos con el trabajo. Durante todo este tiempo tuvo que luchar contra las objeciones de sus amigos, las burlas de su familia y la censura de sus padres.
Finalmente, decidió hacer voto de virginidad y adoptó medios extraordinarios para cumplirlo.
Al principio tuvo que luchar contra la oposición de sus padres, que querían que se casara. La lucha duró diez años hasta que, con paciencia y oración, consiguió que ellos aceptaran continuar su misión.
Sus días estaban llenos de actos de caridad y laboriosidad, sus exquisitos encajes y bordados.
Contribuía al sustento de su casa, mientras dedicaba las noches a la oración y a la penitencia. Cuando su trabajo se lo permitía, se retiraba a una pequeña gruta que había construido con la ayuda de su hermano en el pequeño jardín de su casa, y allí pasaba las noches en soledad y oración. Venciendo la oposición de sus padres y con el consentimiento de su confesor, más tarde se le permitió convertirse prácticamente en una reclusa en esta celda.
A los veinte años recibió el hábito de Santo Domingo. A partir de entonces redobló el hábito.
La severidad y variedad de sus penitencias, llevando siempre una corona de metal con púas, oculta por rosas, y una cadena de hierro alrededor de la cintura. Pasaban días sin comer, salvo un trago de hiel mezclada con hierbas amargas. Cuando ya no podía tenerse en pie, descansaba en un lecho que ella misma había construido, con vidrios rotos, piedras, tiestos y espinas. Ella admitió que la idea de acostarse en él la hacía temblar de miedo. Este martirio de su cuerpo continuó durante catorce años sin descanso, pero no sin consuelo. Durante ese tiempo Nuestro Señor se le reveló con frecuencia, inundando su alma con una paz y un gozo inefables. En esas ocasiones le ofrecía todas sus mortificaciones y penitencias en expiación por las ofensas a Su Divina Majestad, por la idolatría de su patria, por la conversión de los pecadores y por las almas del Purgatorio.
Sus años de penitencia y sufrimiento pronto hicieron mella en su salud. Murió a los 90 años.
A la temprana edad de treinta y un años, había proporcionado al Nuevo Mundo su propia santa, lo que sería muy importante para el avance de la fe católica en América del Norte y del Sur.
439 Calle 3 Sur
Santa Rosa, Nuevo México 88435
(575) 472-3724
WeConnect | Por LPi